LA MULA Y EL BUEY
Alguien podía haber llevado Jesús pieles de animales, vellones de oveja; en el establo podría haber hermosos caballos, valioso ganado.. Pero la tradición nos dice que fueron la mula y el buey los que, con su aliento, dieron calor al Niño. Nuestro Jesús llega así, reivindicando a los más humildes y despreciados.
Demasiado a menudo nos sentimos más atraídos por el brillo que por la pureza del oro, y dejamos de lado a personas que podrían llenar nuestra vida basándonos en prejuicios.
Que no confundamos el artificio con el verdadero valor de las personas.
¡Ven, Señor Jesús!
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