EL POZO
No sabemos con exactitud cómo es de profundo. Es peligroso caer en él. Imaginamos que, desde el fondo del pozo, se perciben amortiguados los sonidos de la rutina diaria; allí hay oscuridad y, en lo alto, se ve la luz del sol.
Desde lo profundo a ti clamo, Señor. Desde la oscuridad de mis peores momentos, mientras las voces de los que me rodean son apenas un eco para mi sin sentido, veo tu Luz a lo lejos.
Desde lo más hondo de nuestro ser te llamamos.
¡Ven, Señor Jesús!
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